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Mieles de Colombia

El sabor de nuestros ecosistemas

Cada floración en Colombia encierra un mundo, y las abejas lo traducen en mieles que cuentan historias de selvas húmedas, montañas frías y llanuras doradas. En este país, uno de los más biodiversos del planeta, florece un tesoro dorado en cada colmena: mieles tan diversas como los paisajes que las vieron nacer. 

Desde los bosques altoandinos del Valle de Tenza hasta los morichales de Casanare, pasando por las nieblas místicas de Tequendama y los cafetales del Quindío, cada gota de miel es un reflejo puro de su ecosistema. No se trata solo de dulzura: nuestras mieles son relatos vivos. Son mapas sensoriales que hablan de suelos fértiles, lluvias generosas y el trabajo sagrado de las abejas y las comunidades que las cuidan. 

Te invitamos a un viaje profundo por los sabores de Colombia, para descubrir cómo el bosque de niebla sabe a rayos de sol entre las nubes o por qué la miel de los Llanos orientales lleva en su color la fuerza vibrante de la tierra. Esto no es solo miel... es Colombia en estado puro.

Mieles de Colombia

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Subpáramo

Las flores de alta montaña nos regalan mieles dulces y cremosas con notas florales. 

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Bosque de Niebla

Los bosques del Tequendama añaden vibrantes notas herbales a esta miel espesa.

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Morichal

Las palmas de moriche en los Llanos Orientales infunden en esta miel ligera un carácter terroso con toques ácidos y florales. 

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Bosque Andino

En estos bosques del paisaje cafetero las mieles son ligeras con toques herbales.

¿Cómo se conjura la miel?

La miel es mucho más que un edulcorante natural: es una expresión sensorial del paisaje donde nace. En Colombia, la riqueza ecológica se traduce en unas mieles profundamente influenciadas por las condiciones ambientales de cada región. Factores como la flora disponible, el clima, la altitud, la humedad y las prácticas apícolas marcan la diferencia entre las mieles.​​​

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​Cada ecosistema ofrece una paleta distinta de flores que las abejas visitan para recolectar néctar. Plantas endémicas del bosque andino, especies adaptadas al páramo, flores silvestres del bosque seco y los morichales, y plantas productivas como los árboles frutales y el café dan lugar a mieles con perfiles aromáticos únicos, desde suaves notas herbales hasta sabores intensos y balsámicos.

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Las estaciones definen el ciclo de floración. En época de lluvia o sequía, cambia la disponibilidad de néctar, modificando tanto la cantidad como el tipo de miel producida. Esto permite cosechas con perfiles sensoriales únicos según la temporada.

La temperatura y la altitud determinan el ritmo de floración y la concentración de azúcares en el néctar. En zonas altas y frías, las mieles tienden a ser más claras y espesas; en climas cálidos y bajos, las mieles son más ligeras y desarrollan sabores más profundos y colores ámbar o rojizos.

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Cada territorio donde trabajamos es un mundo distinto. La altitud, el clima, la flora nativa y las prácticas apícolas dan origen a mieles únicas que capturan la esencia del lugar. Te invitamos a conocer cómo se expresan los ecosistemas en cada perfil sensorial.

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